La eliminación de las recompensas y castigos


Hoy dedico un breve post un poco más teórico haciendo referencia a un acto que aún, hoy en día, vemos a menudo.

Deberíamos considerar todos y cada uno de sus principios educativos como importantes, pero, éste para mí ha sido uno de los que más me ha marcado, puesto que considero que aún, hoy día, es uno de los cuales se respeta bastante poco. Seguimos viviendo en una sociedad en la que todo lo considerado inoportuno o incorrecto es castigado y los logros resultan premiados.

Muchas veces sigo oyendo la cantinela de “Si te portas bien te compraré el juguete” o “si te portas mal no vendrás más al parque” o en el ámbito educativo “si te portas bien tendrás una carita feliz en la agenda” o “si te sigues comportando mal te quedarás sin recreo” un sinfín de comentarios que hacen tambalear las bases de este principio que un día fue descubierto gracias a María Montessori la cual nos relata así como ocurrió:
         Al entrar un día en la clase vi a un niño sentado en una butaquita en medio de la sala, completamente solo, sin hacer nada: llevaba sobre su pecho la pomposa condecoración preparada por la maestra como recompensa. Ésta me explico que el niño se hallaba castigado, pero poco antes había recompensado a otro aplicándole la cruz dorada sobre su pecho. Pero este niño, al pasar junto al pequeño castigado le había cedido su cruz, como un objeto inútil y molesto para un niño que quiere trabajar. El niño castigado miraba la condecoración con indiferencia. Y luego contemplaba tranquilamente la sala, sin mostrarse apenado por el peso del castigo. Esta comprobación anulaba el valor de las recompensas y los castigos. (…) No se distribuyeron más recompensas ni castigos. (…) Se había producido un despertar de la conciencia, un sentido de la dignidad, que antes no existía. (Montessori, 2015, p.135)

Con esta observación y relato de los hechos, Montessori nos dio a conocer la motivación intrínseca que los niños tienen para realizar las cosas. No necesitan recompensas en sus logros o castigos en sus errores a comportamientos inadecuados. Lo que necesitan es la presencia y guía de un adulto para lograr a hacer las cosas por sí mismos y aprender que los actos tienen unas consecuencias lógicas y naturales, de lo contrario, seguir aplicando recompensas o castigos pueden traer consecuencias negativas en el desarrollo de la personalidad del niño.

Las recompensas son aprobaciones y tienden a llevar al niño a realizar algo para ser aprobado por el adulto y no por el mero hecho de actuar por la satisfacción que puede provocar el hacer algo bien, sino que lo realiza para un fin, para obtener algo a cambio.

Con el castigo ocurre algo parecido, el niño se ve condicionado a actuar de una determinada manera pero ésta suele ser bajo la sombra del temor o el miedo no por  una comprensión ética y moral a lo que se refiere el bien y el mal.



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