El arte de la observación
La palabra observación se escucha
frecuentemente en ámbitos educativos:
“Debemos
observar el comportamiento de este niño” o “He observado que hay demasiado material” o “¿Has observado que hay
un mal ambiente…?”.
Pero… realmente alguien se ha parado a pensar ¿Qué es, para qué sirve y qué importancia y
repercusión tiene observar con varios factores de por medio (positivos o
negativos)?
Antes de ponernos a observar es
importante cuestionarnos cosas cómo esas y tener nociones al respecto para
poder reflexionar, opinar y actuar adecuadamente.
La observación es algo innato del ser
humano, otra cosa es que sepamos cómo recurrir a ella y de qué manera puede
sernos beneficiosa. Desde tiempos inmemorables ha sido una técnica de
comunicación y de exploración que nos ha conducido por nuevos caminos y nos ha
ayudado a avanzar a toda la humanidad.
“La observación es esencial para el progreso. Es un arte que ha ayudado a la
humanidad desde sus comienzos, cuando no existían el lenguaje, las herramientas
ni la maquinaria… para protegerse a sí mismo, a través de la información vital
adquirida a partir de la observación” (Lakshmi A. Kripalani. La observación, p.1)
Actualmente, parece que todo esté
inventado y que no haga falta observar a menudo si no es para algo
imprescindible o que llame mucho la atención, pero no es así. La observación es
un arte ilimitado que está en el día a día y que es imprescindible seguir
dedicándole tiempo, y no sólo a observar a los demás o al ambiente que nos
rodea, sino empezando por nosotros mismos.
Observando podemos percibir pequeños detalles que marcan la diferencia, que nos dan pistas, que nos informan de cosas clave y que nos ayudan a entender y aprender de nosotros mismos, de los demás y del ambiente.
La observación fue el instrumento
principal de María Montessori para desarrollar su filosofía educativa. Y por
tanto, también de la pedagogía científica y pedagogía experimental. Montessori
observó al niño en su ambiente, su comportamiento espontáneo dentro de éste. Partiendo de esa base, pudo comprender
y reflexionar sobre muchos aspectos que, sin observarlos ni percibirlos, no
hubiese podido entender y uno de ellos fue precisamente que el niño se
desenvuelve perfectamente por sí mismo sin necesidad de que nadie le ejerza de
instructor, sino que aprende de vivencias, de experiencias ricas en
posibilidades e interacciones con el ambiente, guiado por un adulto responsable
que sea capaz de mirar más allá del niño, de respetar su libertad, de
comprenderle, de dignificarle y de ofrecerle los medios y recursos necesarios
para facilitar sus aprendizajes. Además, le sirvió para querer estudiar y saber
más sobre el funcionamiento interno de la mente del niño.
La Dra. Montessori habla de la observación como la habilidad de percibir el potencial del niño que, hasta hace bien poco, estaba ensombrecida por los obstáculos que le impedían desenvolverse con plenitud. Por tanto, Montessori quiso hacer ver al adulto que es importantísimo formarse y obtener conocimiento sobre la observación para liberar al niño de su “celda de obstáculos”. Pero, a más a más, requería que tomásemos la observación como un hábito y no como un acto de ejecución excepcional.
No se trata de ofrecer materiales por
doquier, o preparar un ambiente y dejarlo inmóvil durante un tiempo para que
los niños traten de adaptarse, sino que se trata de observar primero al niño,
qué nos está diciendo con su comportamiento, con su actitud y con sus
interacciones con el ambiente y con los demás, y entonces debemos adaptar y
proporcionar todo aquello que él necesita. No es tarea fácil, y hay que tener
mucho conocimiento y paciencia. Pero con la práctica, optimismo, ganas, conocimiento
y convicción de lo que se hace, todo fluirá.
Por último, me gustaría destacar que
siempre debemos observar con objetividad y precisión, puesto que si no, nos
resultará más complicado entender y “ver” al niño, pero también podemos poner
un punto creativo. Siempre debemos estar atentos ante el milagro de la
infancia, pero, no obstante, comprender que no todo a veces es lo que realmente
se observa (comparación con un iceberg). Por tanto, en nuestras observaciones
no nos quedaremos solo con lo que anotemos, sino que debemos tratar de anotar
interrogantes, reflexiones, comentarios, inferencias, decisiones o
conclusiones.
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